Un día alguien me pisó el sentimiento
en un sofá de mala muerte
y caí como caen las frutas podridas
cansadas de que les duela la primavera
y el invierno
Me nacieron en la lengua hipérboles
que no se atrevían a exagerar en su cama
y aceitunas en el ombligo que se escondían
si cerraba los ojos
ojos como panes
que alimentaban niños hambrientos cada vez que se despertaba
Fusilé mis horas para conquistar sus planetas
como si entrasen todos los besos que tenía que darle
en una sola de sus galaxias
Ilustres eran entonces las rosas cortadas y las velas consumidas
metáforas de segunda mano que hoy usaré para desmontar las teorías
de que el trueque de besos a los dieciséis años
puede más que el mapa que llevo tatuado en el pecho
Me encanta.
ResponderEliminarUn abrazo,
Nená