2/5/11

Me aburro.


Me aburro de la rutina, que ya ni siquiera es rutina, son las mismas personas, los mismos lugares, los mismos momentos y sentimientos (siempre iguales, y la mayoría de las veces, negativos) los que convierten cualquier hecho, cualquier acontecimiento, independientemente de lo usual o especial que resulte, casi automáticamente, en monotonía.
Las mismas conversaciones que siempre dicen las mismas cosas, y que después se olvidan.
Las mismas mujeres y los mismos hombres que se quejan de los mismos problemas de sus vidas, mostrándose además incapaces de moverse para cambiarla.
Las mismas muestras de arrogancia, orgullo, altivez de los mismos imbéciles que nunca llegarán a nada que no sea chupar la suela de un zapato de cualquier imbécil más imbécil que él.
Miles de millones de situaciones desagradables, banales, difíciles y horrorosamente aburridas a cambio de tres segundos de felicidad continuada o un solo instante de plenitud personal.
Vivir del cuento hasta, seguida e inmediatamente, ser impelida hacia la cola del paro, hasta el día que por un contradictorio milagro encuentre un trabajo de mierda en el que basar todo mi tiempo, mis ideales, mis sensaciones con respecto a un mundo decadente. Mi mundo. Mi vida. Disolver mis aspiraciones y olvidar mis metas por la imposibilidad de conseguirlas, al descubrir que soy demasiado vieja, demasiado tonta o que sencillamente no me importan tanto como creía.

Siempre queda la opción de mandarlo todo a tomar por culo, vivir dejándote llevar por la brisa a lugares donde nadie te encuentre, sin atarse a lo material, que perece. Ser el protagonista de tu propia vida al culminar tu “yo” en directo contacto con la madre tierra, creciendo espiritualmente, abriendo tu mente, y todo ese rollo.

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